El libro “El concepto del continuum” es muy innovador y ha provocado muchos comentarios positivos y negativos tanto de expertos, como de padres, como de aficionados…en cualquier caso, yo lo recomiendo, aunque sólo sea para ver otro punto de vista totalmente alejado de lo habitual.
Según Jean Liedloff, el concepto del continuum se basa en la idea de que para conseguir el desarrollo físico, mental y emocional óptimo, los seres humanos, especialmente los bebés, necesitan el tipo de experiencia a la que nuestra especie se ha ido adaptando durante el largo proceso de nuestra evolución.
Para un niño, esto incluye experiencias como:
• Contacto físico constante con su madre (o algún otro cuidador) desde el nacimiento.
• Dormir en la cama de sus padres, en constante contacto físico, hasta que la abandona por propia voluntad (habitualmente hacia los dos años).
• Amamantar a demanda, respondiendo a las señales que emita el bebé con su cuerpo.
• Ser cargado constantemente en brazos o de otra manera (pero siempre en contacto con alguien, normalmente su madre), y que pueda observar (o alimentarse o dormir) mientras la persona porteadora hace sus quehaceres habituales, hasta que el bebé empieza a desplazarse por su propio instinto, arrastrándose o gateando, normalmente a los seis u ocho meses.
• Hacer que los cuidadores respondan inmediatamente a las señales del bebé (lloros, quejidos, etc.), sin juzgarlo ni obviar sus necesidades, y sin convertirlo en el centro constante de atención.
• Sentir (y satisfacer) sus expectativas de que se trata de un ser social y cooperativo por naturaleza, de sus fuertes instintos de autoconservación, y de que es bien recibido y útil.
En contraste, un bebé sujeto a las prácticas de nacimiento y cuidados de la sociedad occidental normalmente experimenta lo siguiente:
• Separación traumática de su madre debido a intervenciones médicas e internamiento en nurseries, en aislamiento físico, excepto por el sonido de otros recién nacidos llorando.
• En casa, durmiendo a solas, aislado, a menudo “dejado que llore para que aprenda a dormir”.
• Alimentación con horarios, usando el chupete o ignorando los impulsos naturales de necesidad de alimento.
• Excluido y separado de las actividades normales de un adulto, relegado durante horas en una guardería, cuna o corralito siendo inadecuadamente estimulado por juguetes y otros objetos inanimados.
• Cuidadores que a menudo ignoran, desalientan, desprecian o incluso agreden al bebé cuando llora o muestra de alguna manera sus necesidades; o que, por el contrario, responden con excesivo cuidado y ansiedad, convirtiéndolo en el centro de atención.
• El bebé nota (y debe conformarse) que las expectativas de sus cuidadores son que él no es capaz de cuidarse a sí mismo, es antisocial por naturaleza y no puede aprender el comportamiento correcto sin estrictos controles, amenazas y una serie de “técnicas educativas” que minan su proceso de aprendizaje exquisitamente evolucionado.
Deja tu comentario