Antes de quedarme embarazada tenia una forma de entender la educación de los niños muy diferente a la que tengo ahora, era más “estandar” por asi decirlo. Incluso embarazada recuerdo una conversación con una amiga en la que me decia que su bebé siempre quería estar en brazos y que lo dejaba en el carro llorando para que viera que no siempre podia conseguir lo que queria y yo le daba la razón absolutamente.
Sin embargo cuando nació mi hija mis anteriores principios tan inalterables se tambalearon totalmente y me di cuenta de que mi empatía hacia los niños crecia de enormemente, cuando mi hija lloraba (o cualquier otro bebé) yo lo sentía profundamente, me dolía en el pecho y de forma instintiva entendia lo que necesitaba para que no llorara (teta, compañia de su mamá o papá, brazos, ese juguete que no podia alcanzar…)
Entonces empecé a leer mucho y documentarme sobre este tipo de crianza, viendo las “posibles consecuencias” que pudieran tener los niños educados de esta forma…supongo que habia tenido demasiados años de convencimiento interno de que los niños malcriados son caprichosos y posibles delincuentes en la adolescencia, los que estaban mucho en brazos manipulaban a sus padres y familiares, en las rabietas era mejor ignorarlos para que vieran que no iban a conseguir nada con sus chantajes, que por un cachete educativo ningñun niño tenia traumas…etc. Luego empecé a ver que tanto los libros de opinión como los estudios cientificos que caian en mis manos, precisamente afirmaban que los niños tratados con respeto, empatía, cariño, miles de mimos, atención, comprensión, etc. eran menos agresivos, tenian menos traumas y complejos, eran confiados, generosos, más respetuosos y sociables…en fin, justo lo contrario de lo que se creia.
Cada vez estaba más convencida de que debia seguir mi instinto…¡si hasta los científicos me daban la razón!
Pero luego pensé que ya no tenia que respetar a mi hija por unos estudios científicos que aseguraban que ella sería más respetuosa o más inteligente en el futuro, tenia que respetarla porque es una PERSONA y se merece el mismo respeto que cualquier persona, sea adulta o no.
Mi hija no es un experimento en el que demostrar a todos que tengo razón, que es buena persona y lo seguirá siendo a pesar de hacer oidos sordos a los consejos y creencias populares. NO.
Mi hija es una persona que merece ser respetada cuando dice no, igual que yo.
Que merece que cuando llora se le consuele, igual que yo.
Que merece que nadie la agreda ni física ni psicológicamente, igual que yo.
Que merece decidir cuánta hambre tiene, igual que yo.
Que merece ser escuchada, igual que yo.
Que merece ser querida, igual que yo.
Por tanto, ya no necesito justificar ante nadie el por qué he elegido este tipo de crianza, en plan centífico, sacando libros y demostrando que tengo razón. Simplemente lo elijo porque respeto a todas las personas, incluida a mi hija y a mi misma.
simplemente genial