Sobre los cólicos de los bebés se ha escrito muchísimo, puesto que es un tema que preocupa y mucho a numerosos padres y profesionales.
Se define como un llanto repentino e inconsolable en un bebé sano durante más de dos o tres horas y se suele relacionar con problemas intestinales o de digestión porque los bebés que los sufren suelen encoger y estirar las piernas como si les doliera la tripita. Generalmente se suelen producir por la tarde y por la noche, pero los bebés que sufren cólicos muy fuertes pueden llorar durante todo el día.
Estos episodios de llanto se suelen “curar” espontáneamente conforme el bebé va creciendo y adaptando su intestino y su sistema digestivo. De hecho, con cuatro meses casi ningún bebé ya sufre los cólicos.
Aunque no hay ningún remedio mágico que los elimine, sí que hay algunos consejos que pueden mejorarlos:
– alimentar al bebé con leche materna, ya que es más sencilla de digerir y se traga menos aire al mamar que al tomar biberón
– no esperar a que el bebé llore pra darle de comer porque come más ansioso y traga aire
– llevarlo en brazos mucho tiempo, por ejemplo en una mochila o portabebé
– masajes en la tripita en el sentido de las agujas del reloj
– un baño caliente y relajante antes de la “hora crítica”
– permanecer tranquilos en los episodios de llanto, respirando hondo y transmitiendo tranquilidad y serenidad al bebé
– ruidos rítmicos: aspirador, lavadora…
– medicamentos homeopáticos que disminuyen el peristaltismo
– medicamentos para la aerofagia (si lo receta el pediatra)
– osteopatía
Hasta hace bien poco se consideraban normales en los bebés debido a su sistema digestivo inmaduro, pero cada vez más profesionales de la slud y del mundo de la psicología están más de acuerdo con que los cólicos son más una manifestación psicosomática que una causa física.
Los cólicos se relacionan fundamentalmente con nervios y ansiedad sufridos por los bebés. Se piensa que algunas de las causas más frecuentes son:
– falta de pego seguro con la madre o cuidador habitual
– parto complicado (fórceps, cesárea, etc.)
– falta de contacto físico con el cuidador (sobretodo en separaciones prolongadas)
– nervios o inseguridad por parte del cuidador
– depresión post parto de la madre
– días estresantes (demsiadas visitas, el bebé de brazo en brazo, mucha televisión…)
Mi hija mayor sufrió muchos cólicos y creo que en parte se debían a mi inseguridad, mis dudas, mis luchas interiores sobre la manera de criarla…en esos momentos las dos sufríamos una crisis interna.
Menos mal que conseguí ponerme de acuerdo conmigo misma.
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