El estudio SECC (Study of Early Child Care) es el más ambicioso estudio sobre educación infantil que se ha realizado (y se sigue realizando) en todo el mundo, en cuanto a duración, número de participantes y temas abordados. Lo dirige el doctor Belsky, psicólogo investigador mundialmente reconocido en el campo del desarrollo infantil y los estudios de la familia; fue profesor en la Penn State University hasta el año 2001 y desde entonces, dirige el Institute for the Study of Children, Families & Social Issues en la Universidad de Londres.
En el estudio SECC, las áreas de especial interés son los efectos del cuidado en guarderías, las relaciones entre padres e hijos durante la infancia, la transición a la paternidad, la etiología del maltrato infantil y las bases evolutivas.
Se reclutó a las familias en los hospitales, poco después de que nacieran los niños. Se pretendía hacer un estudio “observacional”, que si bien es cierto, además de respuestas puede provocar preguntas, también ofrece unos resultados bastante claros y fiables. Se seleccionaron 1364 niños en 10 zonas disintas de Estados Unidos. Se analizó la calidad, cantidad y tipo de cuidado infantil que los niños recibieron cuando tenian 6, 15, 24, 36 y 54 meses. Así, fueron observando su rendimiento intelectual y desarrollo social y comparando los niños que estaban una gran cantidad de tiempo en centros con aquellos que están menos o ninguno.
Publicaron unas primeras conclusiones en 2001, en septiembre de 2009 se publicaron las segundas conclusiones (similares a las anteriores) y asi se continuará observando a estos niños hasta que lleguen a la universidad.
Una conclusión muy clara del estudio es que los niños que disfrutaron de un cuidado infantil de calidad muestran un vocabulario más rico que los demás, algo que también apareció en las conclusiones del 2001. Por “cuidado infantil de calidad” se entiende aquel donde el niño recibe apoyo y atención personalizada.
Por otra parte, la controversia del estudio comenzó con sus primeros resultados de 2001 cuando desveló que los niños que estaban en guarderías mostraban un comportamiento más agresivo y desafiante al llegar a párvulos.
Y ahora en 2009, aquellos niños desafiantes del parvulario, según los nuevos resultados, son motivo de queja para sus profesores de 5º y 6º curso (en Estados Unidos, de 10 a 12 años). Sus maestros dicen que «son desobedientes», «se meten en peleas» y «discuten mucho». Pero la sorpresa es que el efecto resulta ser independiente de la calidad de la guardería a la que fue el niño, o del tipo de familia a la que pertenece.
Los maestros de primaria midieron comportamientos como: pedir mucha atención; pelear mucho; fanfarronear; mostrar crueldad, “bullying” o desprecio hacia los demás; romper las cosas de los demás; desobedecer; mentir; gritar mucho. Los que pasaron más horas en guarderías resultaron ser los que más puntuación obtuvieron en estos informes. Pero no se conocen los motivos.
«Una posible interpretación es que los niños en guarderías, rodeados de muchos otros niños y sin suficientes adultos alrededor para controlarles y supervisarles, tuvieron más conflictos por los juguetes y para competir por la atención de los adultos, y puede que esto haya motivado su comportamiento posterior en la escuela», comentó la doctora Susan B. Cambell, una de las investigadoras principales, de la Universidad de Pittsburgh.
Otra conclusión del estudio es que la calidad del cuidado de la madre, que se midió para todos los niños independientemente de sus experiencias con cuidado no materno, se mostró como mejor predicción del desarrollo de los niños que el tipo, la cantidad o la calidad de los cuidados infantiles. «Eso nos lleva a concluir que la experiencia familiar cuenta más que el cuidado externo», dice Belsky.
Uno de los investigadores, el Dr. Cambell, insiste en que los padres no deben sentirse culpables por llevar a su hijo a una guardería. «Pero deben asegurarse de escoger los sitios de mayor calidad, donde los cuidadores se involucren y se ocupen de los niños, la atmósfera sea relajada y no caótica, y los niños parezcan felices». «He estado en centros donde los niños estaban de maravilla, y en otros donde las cuidadoras hablaban entre ellas mientras los niños lloraban o corrían alrededor sin control. Y también vimos otros donde los cuidadores gritaban a los niños para mantener el orden. Al final, estos detalles son lo más importante».
«He estado en centros donde las cuidadoras hablaban entre ellas mientras los niños lloraban»
«Nuestro estudio sugiere que las familias, siempre que sea económicamente factible, tendrían que considerar la posibilidad de elegir un horario laboral a tiempo parcial en lugar de uno a tiempo completo. Aunque esto no es tan fácil», dice el doctor Bradley. «Por otro lado, los padres no deberían dar por sentado que sólo porque la guardería de su hijo tiene una serie de buenas características ya no hay motivo para estar atento». Bradley aconseja «hablar con los niños, y especialmente escucharles, sobre lo que ocurre en la guardería, sobre qué hacen en determinadas situaciones, cómo se sienten, etc. Y también planear un tiempo de relax después de traerle a casa, y quizás tomarse unos días libres de la guardería de vez en cuando».
Estos resultados crean una polémica enorme, ahora que no se para de decir constantemente que los bebés deben ir a las guarderías para “socializarse” ¿no creeis?
La historia de Jay Belsky
A finales de los años 70, Jay Belsky se hizo famoso al publicar unos estudios que tranquilizaban a las madres trabajadoras. No había por qué preocuparse, decían esas investigaciones, el cuidado de los niños fuera de casa no les perjudica. Sin embargo, a lo largo de la década siguiente, Belsky se fue encontrando con «un lento y continuo goteo de pruebas», según él lo describe, que le convencieron de que mucho tiempo en la guardería, sobre todo para los niños más pequeños, podía estar relacionado con problemas de comportamiento posteriores.
Cada vez que se encontraba con una de esas pruebas, trataba de buscarle algún fallo para rechazar los resultados. Un estudio relacionaba las guarderías con las rabietas, pero se rechazó porque se basaba en informes de las madres. Otro las implicaba en problemas en la relación de la madre con su hijo, pero se rechazó porque sólo se refería a personas de bajos ingresos. «Hasta que llegó un punto», dice Belskey, «en el que me sentí como un pretzel [una especie de rosquilla], retorciéndome al intentar rechazar estas conclusiones». En 1986, cuando Belsky tenía 33 años y ya era famoso en el campo del Desarrollo Humano, se dijo «ya no puedo seguir haciendo esto» y publicó sus sugerencias en una carta titulada “Infant Day Care: A cause for concern” [Guarderías: motivo para preocuparse].
Ya han pasado 20 años desde aquello y ahora el doctor Belsky —profesor en la Universidad de Londres— está involucrado en el mayor estudio sobre cuidado infantil de cuantos se han realizado en Estados Unidos, dirigido por una docena de investigadores y subvencionado por los Institutos Nacionales de la Salud, en parte para abordar las críticas surgidas hace 20 años. Los resultados confirman lo que Belsky dijo entonces.
Fuente: Revista Kindsein, entrevista al Dr. Jay Belsky
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