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Tener un bebé es algo bastante estresante para muchas familias (de hecho, para casi todas). Muchas veces, tenemos la idea preconcebida de que los bebés sólo comen y duermen y pensamos que nuestra vida “no va a cambiar tanto” cuando nazca el bebé, pero cuando el bebé llega, todos nuestros planes se desmoronan.

El cine, las series y la televisión han contribuido a que esta imagen estereotipada siga persistiendo y por mucho que otras personas con hijos nos dicen “aprovecha para dormir que luego no podrás” o “cuando tienes un bebé no te da tiempo ni de ducharte”, seguimos pensando que es una exageración sin fundamento y la realidad nos golpea al tener a nuestros bebé en los brazos.

Además, el nuevo rol de madre a veces es difícil de asumir: las responsabilidades, el cansancio, el no tener una solución mágica para todo…

Recuerdo que cuando nació mi primera hija, durante muchos días me sentí bastante incompetente. Yo estaba acostumbrada a resolver problemas, era bastante buena haciéndolo tanto en el trabajo y en mi vida diaria y además, generalmente los resolvía bastante pronto. Sin embargo no era capaz de calmar los cólicos de mi bebé y mi hija lloraba mucho, un día detrás de otro.

No tenía ninguna experiencia cuidando niños y me sentía como la becaria que no sabe hacer nada 🙂

Sin embargo, gracias a mi hija (que lloraba mucho y dormía poco) me empecé a replantear muchas cosas, busqué información, me empapé de lo que decían otras personas más expertas que yo y empecé a disfrutar mi maternidad, a disfrutar de mi niña y a aprender a resolver los nuevos retos, en la medida de lo posible.

Si me experiencia puede servirte para algo, aquí van mis consejos:

1. Esto también pasará

Aunque no lo creas y las noches sin dormir se hagan eternas, te aseguro que pasarán y dentro de unos años serán sólo un recuerdo.

Es una frase es muy simple y puede parecer una tontería, pero a mi me ha ayudado mucho cuando me he puesto “tremendista” y me he dado cuenta de que el problema más horrible de hoy, en el mañana ya no existe.

2. Pide ayuda

¡Y no te cortes en hacerlo! Porque las mujeres tenemos esa manía de intentar ser “Superwoman” y querer hacerlo todo perfecto y sin ningún tipo de ayuda: cuidar al bebé, limpiar la casa, organizar a las visitas, preparar una merienda para la familia, cocinar sano…¡ah! ¡me estreso sólo de escribirlo!

No quieras ser “tan fuerte”, ¡tienes un bebé! ya tienes bastante trabajo con darle el pecho, vincularte con él y cuidarlo, para el resto de temas es mucho mejor que se encargue otra persona y te deje a tí más tiempo para estar con el bebé o simplemente para dormir.

3. Sal a la calle

Ya, ya sé que vas en pijama, sin peinar, con ojeras y es posible que todavía no hayas comido pero de verdad que todo se ve con otros ojos cuando ves la luz del sol y escucha los pajaritos cantar.

Ponte ropa cómoda, hazte una cola de caballo, llévate un bocadillo para comer en el parque…¡lo que sea! pero sal con tu bebé a pasear y verás cómo cambia el humor de ambos.

4. Acude a un grupo de apoyo a la crianza (o lactancia)

A veces he escuchado a algunas madres opinar que en los grupos de apoyo no se van a sentir a gusto, que se van a sentir juzgadas o fuera de lugar…¡nada más lejos de la realidad! De hecho, es todo lo contrario.

Cuando estás en un grupo de madres con las mismas ojeras que tú, agobiadas por las visitas de los familiares (igual que tú), con dificultades para pedir ayuda (como tú), con más discusiones de pareja, con problemas en la lactancia, etc. te das cuenta de varias cosas:

  1. No eres un bicho raro
  2. Te sientes bien estando entre madres
  3. A veces hay madres más agobiadas que tú
  4. Puedes ayudar a alguna madre con consejos y te sientes genial haciéndolo
  5. Tus dudas se pueden resolver si tener que llamar a tu madre…o a tu suegra!
  6. Tu bebé está más tranquilo (porque tú estás más tranquila)

5. Limita las visitas

Lo digo en serio, hazlo. Sobretodo las visitas a las que les gusta opinar de todo. Esas no te hacen falta en un momento tan delicado y vulnerable como el puerperio.

No te sientas mal, te iban a criticar de todas formas 🙂

6. Ponte tapones en los oídos

Aunque no sean de verdad, póntelos de forma imaginaria.

Durante los primeros meses de vida de mi hija mayor recibí más número de críticas y consejos no solicitados que en toda mi vida anterior. Una madre primeriza es como una diana para las opiniones ajenas, así que como no puedes hacer caso a todo el mundo (porque además, recibes mensajes contradictorios constantemente) y tampoco puedes poner en peligro tu salud mental, lo mejor es no escuchar.

7. Duerme siempre que puedas

Da igual que sean las seis de la tarde o las 11 y media de la mañana, si tu bebé se ha dormido, aprovecha y acuéstate a dormir con él.

[Tweet “Dormir debe ser una de las máximas prioridades durante las primeras semanas de maternidad”]

No hay casi nada más importante que dormir durante las primeras semanas de la maternidad, ni recoger la ropa, ni preparar la comida, ni atender a las visitas, etc. en mi opinión, dormir debe ser una de las máximas prioridades.

Después de dormir, aunque sólo sea media hora, todo se ve de otro color y nos enfrentamos a los llantos o a los problemas con otros ojos.

8. Relájate (de verdad)

Cuanto más nerviosa estés tú, más nervioso estará tu bebé.

No se si conoces este gráfico publicado en al libro “El niño feliz” pero me parece muy revelador:

combinacion_madre_hijoEn este gráfico se aprecia que aunque el temperamento del niño también es importante, cuando la madre está tranquila y relajada es capaz de enfrentarse al reto de la maternidad y salir fortalecida en el proceso.

En mi caso, fue decisivo que yo aprendiera a relajarme para que los cólicos de mi hija mejoraran. Me di cuenta que mi respiración pausada, mi corazón latiendo despacio y mi “verdadera relajación” era la única manera de calmar su llanto.

¿Y tú tienes más ideas para que las madres primerizas se estresen menos cuando llega su bebé? Cuéntamelo en los comentarios.

 

 

Imagen gracias a http://www.freedigitalphotos.net