Después de estas semanas que he estado desconectada de la red y del mundo en general, me decido a escribir sobre cómo afectan las vacaciones en los niños.
Desde luego no tengo ningún estudio científico al respecto ni nada de eso, simplemente mi propia experiencia como madre y los comentarios y experiencias de otras madres.
Es indiscutible que las vacaciones son necesarias, tanto física como mentalmente. Y para los niños más todavía, porque necesitan aprender cosas nuevas, ver gente diferente, ponerse morenos todo el día al aire libre, desfogar toda su energía, etc.
Sin embargo llega un momento en que los niños empiezan a necesitar la vuelta a casa, volver a su entorno habitual, recuperar sus horarios, en definitiva, que se terminen las vacaciones.
Lo he visto en varios niños este verano, lo que al principio era la novedad y les parecía lo más divertido del mundo (por ejemplo la playa, la piscina, el campo, los amigos de verano, la familia que no ven habitualmente) llega un momento que les cansa un poco.
De golpe no quieren hacer las cosas, sufren más rabietas del puro agobio que tienen, lloran sin motivo aparente…
Es bueno salir de la rutina de vez en cuando, pero para los niños muy pequeños que viven en su mundo pequeño, con sus pequeñas cosas importantes, también es importante tener un lugar al que volver cuando la diversión se convierte en obligación.
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