Tras mucho tiempo sin publicar nuevas historias de lactancia, hoy he decido contar mi propia historia para participar en el Carnaval Bloguero de celebración del Día Mundial de la Lactancia Materna (#dialactancia) que está organizando mi querida Sheyla Gómez (ya que este año me es imposible hacerlo a mi).
Además, he querido colaborar contando mi propia historia de lactancia para agradecer a todas las madres que me han enviado la suya a lo largo de estos años (todavía las sigo recibiendo y publicando así que si te apetece hacerlo escribe a maternidadcontinuum@gmail.com).
Y ya sin enrollarme más quiero contarte mi propia historia.
La Historia de Pilar
Cuando me quedé embarazada y alguien me preguntaba si quería dar el pecho siempre contestaba lo siguiente “si puedo, sí”.
Creo que esa contestación es una de las más habituales entre las embarazadas, porque más del 80% de las embarazadas tienen intención de amamantar a su futuro hijo.
¿Por qué tenía dudas de mi propia capacidad de amamantar? muy sencillo. Porque en mi familia siempre se ha dicho que las mujeres “no tenemos leche”. Mi abuela no tuvo leche para amamantar a mi madre, mi madre no tuvo leche para amamantarme a mi y ninguna otra mujer de mi familia ha tenido leche para dar el pecho en exclusiva a sus hijos.
Es lógico que mi confianza no estuviera por las nubes porque mi “herencia genética” no era la mejor para estos casos.
Entonces decidí que yo iba a hacer todo lo posible para conseguir dar el pecho a mi bebé. Empecé a leer, a informarme…y empecé a enterarme de que la mayoría de los fracasos de la lactancia se debían a falta de información y apoyo.
Pregunté a mi familia y me empezaron a contar historias. Además de “no tener leche” todas las mujeres de mi familia sentían mucho dolor al amamantar e incluso algunas tenían heridas con sangre.
Mientras seguía informándome, todo lo compartía con mi marido porque el mundo de la lactancia me parecía un milagro maravilloso de la naturaleza.
Y mientras seguía informándome fui entendiendo muchas cosas.
Que las mujeres de mi familia SI tenemos leche, pero que ninguna recibió ayuda, ni apoyo, ni consejos, ni sabía cómo debía ser el agarre de su bebé (ni recibió consejos de cómo hacerlo).
Que las mujeres de mi familia sufrieron las consecuencias de vivir en la edad del biberón en la que los médicos se consideraban dioses y ordenaban a las madres lo que había que hacer y cómo hacerlo.
Que las mujeres de mi familia fueron engañadas y que sus lactancias les fueron robadas.
Que yo iba a luchar por mi lactancia por mi y por ellas. Por todas.
Y llegó el día en el que mi hija mayor nació y la coloqué a mi pecho como había leído que debía hacerlo. Y como estaba nerviosa tuve que soltarla un par de veces hasta que se enganchó bien sin hacerme daño (y conseguí hacerlo sin perder los nervios).
Y aunque en el hospital tuve dudas y algunas piedras en el camino, seguí con mi lactancia exclusiva día y noche.
Y después de eso tuve que luchar contra mitos, falsas creencias, bajas maternales absurdas, jefas sin empatía y aguanté la lactancia todo lo que pude, que fueron ocho meses. En aquel momento me pareció todo un triunfo 🙂
Después con mi segunda hija me di cuenta que ocho meses eran muchos menos de lo que mi cuerpo y mi instinto me pedían, pero no me siento culpable. Hice lo que pude con las herramientas que disponía en ese momento.
Con mi segunda hija no tuve dudas, ni miedos, ni nada de eso. Cuando me preguntaban si quería dar el pecho simplemente contestaba que si.
A los diez minutos de salir de mi vientre se enganchó a mi pecho perfectamente y estuvo mamando a demanda hasta los tres años y medio.
También tuve que escuchar muchos mitos absurdos, creencias erróneas y frases odiosas, pero no me hicieron dudar ni un poquito (la experiencia es un grado).
Ahora tengo dos niñas preciosas, sanas, maravillosas, que son el centro de mi vida y las dos tomaron mi leche.
He sido la primera mujer de mi familia en amamantar a sus hijas y espero no ser la última.
Si quieres leer los relatos de más de 50 madres lactantes entra aquí y lee el libro de mi amiga Mónica Salazar y si quieres contribuir con tu propia historia, escribe a maternidadcontinuum@gmail.com
Si quieres leer más historias aquí tienes las anteriores:
– La historia de Carolina parte 1
– La historia de Carolina parte 2
– La historia de Alejandra Paola
Me encantan estas historias y por supuesto me ha encantado conocer la tuya. Felicidades por esas lactancias y esas niñas preciosas.
Besossssss
Gracias!!!! ahora que ya son mayores lo echo de menos…
Qué bien haber podido llegar hasta los 3 años y medio. Yo le dí sin problemas a mi hija seis meses en exclusiva. A partir de ahí, entre que a ella le encantaba comer de todo, y comía gran cantidad de comida (y come), y que yo me incorporé a trabajar, ella fue reduciendo tomas, hasta que nos quedamos solo con mañana y noche, y a partir de ahí yo fui perdiendo cantidad de leche, ella empezó a soltarse de la teta y a pedir más, en vez de quedarse dormida o saciada, y ahí se acabó todo, sobre los 10 meses. Cuando empezó a tomar biberón se tomaba un cuarto de litro cada vez, así es que entiendo que su cabreo venía de que no sacaba esa cantidad de la teta.
Si yo hubiese sido de esas madres que pueden mantener buen volumen de leche en cada tetada, aun dando solo dos tomas, hubiese seguido más tiempo, pero no fue mi caso.
Aún así, fue una experiencia estupenda, y el día en que vuelva a ser madre, lo volveré a repetir sin duda.
¡Un beso!
Ainara, yo te felicito por tu lactancia.
Las circunstancias fueron las que fueron, pero tu hija pudo disfrutar de tu leche todo lo que pudo y es afortunada por ello.
Un abrazo y gracias por compartir tu historia!
Cuando yo estaba embarazada, también decía lo mismo que tú: “Sí puedo, me gustaría”. Lo hemos vivido de una forma muy parecida 🙂 Me encantaría sacar tiempo y contar la mía. A ver si llego… Besazo.
Es que es la frase que decimos todas ¿verdad? “si puedo…”
A ver si nos damos cuenta que querer es poder 😉
Estoy deseando leer tu historia de lactancia!
Me pasa como a una de las mamas de más arriba, mi hijo cada vez come más comida cuando estoy trabajando, así es que a pesar de que yo llego a casa a las 5, apenas hace 2-3 tomas al día, porque duerme del tirón. Desayuna teta, come comida, merienda fruta, pero cuando yo llego a casa no quiere pecho, porque está lleno de la fruta (se come tres piezas en papilla). Hasta las 8 fácilmente no quiere, por lo que hace una toma ahí, y otra sobre las 12 de la noche, y ya hasta las 7 de la mañana.
Esto sería perfecto, si no fuera porque siento que tengo menos leche, y el peque también me lo hace saber, tiene un comportamiento al pecho que nunca ha tenido.
¿De verdad se puede mantener la lactancia con 2-3 tomas al día? En mi caso mucho me temo que parece que no, a pesar de que siempre he tenido muy buena cantidad mientras le daba varias tomas al día (nunca ha sido tampoco de estar todo el rato enganchado, antes de la alimentación completentaria hacíamos 6 tomas al día aprox, incluso a veces solo 5.
¡Gracias!
Hola Irene!
sí se puede mantener la lactancia con dos o tres tomas al día. De hecho, eso suele ser muy habitual en bebés más mayorcitos que comen de todo y van al cole.
Los últimos dos años de mi lactancia eran así: toma al levantarse, comer comida de adultos todo el resto del día (a veces toma para la siesta) y toma antes de dormir 😉
Un besazo!!